Es en estos días cuando a través del rocío y de la lluvia afloran centenares de plantas y árboles florecientes, mostrando todo su esplendor y color. Si acostumbráis a pasear por la naturaleza, seguro que os encontraréis con un sinfín de flores de margaritas silvestres adornando los campos, una flor extremadamente popular que, sin embargo, esconde muchos secretos.
Aunque hayáis comprado y regalado margaritas a vuestros seres queridos o aunque os hayáis divertido arrancando sus hojas una a una, existen muchas leyendas y fantasías alrededor de las margaritas que probablemente desconocéis. En este artículo, os presentaremos las más extraordinarias curiosidades que revisten a la margarita, una flor de cuento.
El simbolismo de la Época Victoriana
La margarita está considerada la flor del mes de abril, y es por tanto, una de las banderas de la primavera. Representa la esencia de esta etapa del año, quizá por su belleza tan recatada, y por engalanar dehesas y senderos hasta bien entrado el verano.
Bajo estas características, la margarita se asocia con la simplicidad, la alegría, la humildad y, ante todo, con la inocencia infantil y la modestia. Unos atributos que se consolidaron durante la Era Victoriana.
De esta manera, con el auge de la floriografía, las flores de margaritas adquirieron multitud de significados y usos, algunos casi fantasiosos. Ciertas damas calculaban el tiempo que les restaba para desposarse cogiendo con los ojos cerrados un ramillete de margaritas. Tras abrir los ojos y contar las flores, el número de margaritas equivalía a los años que tendrían que esperar aún para casarse.
No obstante, esta superstición no era la única que se practicaba con respecto a las margaritas. También era frecuente deshojar los pétalos de la flor rezando el famoso “me quiere, no me quiere”. Una tradición que, como veremos a continuación, estaba inspirada en la antigüedad.
Las margaritas como profetas del amor
Siglos atrás, en oriente se había perpetuado una anecdótica creencia, por la que los jóvenes arriesgaban su relación pasional al antojo de una margarita. De esta forma, los novios arrancaban del campo una margarita silvestre cubierta de rocío y la guardaban entre sus ropas. Si pasado un día, la flor continuaba fresca, significaba que el futuro le deparaba un matrimonio dichoso.
Pero en caso de que la margarita se marchitara, el joven estaba condenado al desamor o incluso a la infidelidad. Por esta razón, algunos novios buscaban a otra mujer o esperaban pacientemente a que cambiara su suerte antes de desposarse.
Parece que esta costumbre debió desembarcar en Europa con la variante de la margarita que es deshojada. Cada pétalo arrancado encarnaba un “me quiere” o “no me quiere”. De esta manera, el último pétalo superviviente indicaba la suerte del enamorado o enamorada. Si era o no correspondido lo decidía la inocente margarita.
La tradición de deshojar la flor se ha mantenido viva durante centurias, arraigándose en países como Francia, España o Portugal. También en el mundo de la cultura se ha conservado su influencia, y es que las flores de margaritas aparece citada en multitud de obras literarias y musicales.
La favorita de los poetas
Así pues, la margarita es una de las flores predilectas de los escritores, compartiendo pódium con las rosas y los lirios. Su simplicidad y su modestia hacen de esta flor tema central de numerosos versos.
Autores como Eurípides, William Shakespeare, Robert Burns o John Keats hablaron en verso o en prosa de este humilde género floral. Pero aún más conocida es la obra de Goethe, titulada Fausto, cuyo protagonista mantiene un amor adolescente con una mujer bautizada como Margarita.
En la cultura medieval
La margarita no fue exclusivamente la preferencia de los escritores. Los granjeros y los agricultores del medievo también la tenían en alta estima. Ellos mismos contaban que la primavera llegaba sólo cuando se pudiese pisar una docena de margaritas silvestres.
Además, soñar con margaritas lo asociaban tanto a la fortuna como a la desdicha. De hacerlo en verano o en primavera, representaba buena suerte y felicidad; pero en invierno significaba la total perdición. Asimismo, era considerado de mal fario trasplantar una margarita silvestre a un jardín artificial.
Una flor de leyenda
Sea como fuere, la existencia de la margarita se remonta a una época anterior al medievo. De hecho, su nombre científico viene del latín Bellis, en honor a una ninfa de los bosques que compartía el mismo nombre.
Según una leyenda romana, Bélides era una bella dríade que habitaba los bosques y que sin quererlo, atrajo la atención de Vertumno, la deidad romana de los huertos. Para escapar de dicha divinidad, la ninfa suplicó a los dioses que la ayudaran, y bajo ese ruego, fue convertida en una candorosa margarita, logrando escabullirse de su perseguidor.
No es el único mito vinculado a esta flor silvestre, ya que existen historias originarias de la civilización celta. Según un cuento, las margaritas encarnan los espíritus de los niños muertos al nacer, de tal forma que fueron concebidas por los dioses para brindar apoyo a los desafortunados progenitores.
La flor de los recién nacidos
Ahora que conocéis esta vieja leyenda, es lógico entender por qué las margaritas están tan relacionadas con la pureza, la inocencia, la modestia y la infancia. Una flor dulce y bonita, que campa a sus anchas en las praderas primaverales, y con la que todos hemos jugueteado siendo pequeños.
Sea como fuere, las margaritas son también una flor muy demandada como regalo. Bien combinada con frutos, hojas u otras flores, puede concebir un precioso ramo que simbolice la entereza y la virtud de quien recibe el obsequio. La margarita representa románticamente el amor puro y poético, y anudada en un ramillete, es un regalo ideal para nuestras parejas.
Ahora que sabéis todos los secretos de estas flores, es un buen momento para regalar margaritas a vuestros seres queridos, como este precioso bouquet de nuestro catálogo online. Quienes reciban el presente podrán disfrutar de él mientras vosotros les relatáis las curiosidades que esconde esta flor de la inocencia.
Una vez escuche u cuento sobreuna niña que jugaba con las estrellas. Un dia las estrellitas no pudieron regresar al cielo antes de la salida del sol y se quedaron en la tierra convertidas en margaritas. Si alguien lo conoce les agradeceria me lo envien ya que no lo recuerdo completo.