Degustar un plato elaborado total o parcialmente con flores y pétalos puede resultar estrambótico, pero en realidad su uso en la gastronomía es algo más que una tradición. Los antiguos andalusíes, que tanto influyeron en la cocina mediterránea, introdujeron y consolidaron este ingrediente vegetal.

Especialmente en estos tiempos modernos, donde tanto se busca la innovación, cocinar con flores ha entrado con fuerza en los restaurantes más reputados y empieza a ser un integrante más que prioritario en las manos de los mejores chefs. En este artículo hablaremos de cómo cocinar con flores, explicando su utilización básica mientras descubrimos cuáles son las flores más exquisitas.

Los usos culinarios de las flores

En la cocina árabe y mediterránea el aprovechamiento de las flores está más que asentado. Su origen se remonta a la gastronomía andalusí, cuando era común utilizar pétalos de rosa, jazmín y naranjo para condimentar muchas preparaciones.

En la actualidad, las flores se emplean en recetas saladas, en repostería, como extracto, sazonadas junto a especias, molidas, rebozadas, fritas como la flor del calabacín, molidas y, también, como motivo ornamental. Son muchos los maestros de la cocina que se sirven de la textura y la frescura de la flor para decorar sus platos.

Cocinando con pétalos

Las elaboraciones con flores se concentran en la manipulación de los pétalos. Estos pueden prepararse de diversas maneras. Algunos métodos acostumbran a dejar secar los pétalos para después aromatizar jarabes y licores o, una vez molidos, agregar como condimento de guisos o postres. Con los pétalos secos también se pueden confeccionar infusiones o, en menor medida, aprovecharlos como adorno.

Ésta es una de las funciones básicas de los pétalos frescos. Tal es su variedad de texturas, aromas y colores, que se emplean frecuentemente para engalanar postres, ensaladas y otros platos. También se pueden arreglar ricas mermeladas y confituras mediante pétalos frescos.

Otro de los usos distintivos de los pétalos son las flores escarchadas. Se trata de cubrir con clara de huevo y azúcar pétalos secos de rosas, violetas u otros ejemplares, elaborando así una masa dulce propicia para el postre.

Flores bellas y ricas

Explicados los usos de las flores en la cocina, se entiende que su cultivo esté orientado tanto a fines ornamentales como gastronómicos. Cada vez, son más las cosechas y empresas destinadas a producir pétalos comestibles, los cuales pasan por un estricto control de calidad.

Las rosas, por ejemplo, se emplean habitualmente para aromatizar gran variedad de ensaladas. Además, como hemos manifestado en el punto anterior, se pueden escarchar con azúcar.

También las violetas son muy apropiadas para los postres, bien escarchadas o confitadas. Mediante sus pétalos se elaboran deliciosas salsas para aliñar tartas y otros dulces de repostería.

La flor del calabacín es una de las líderes de la cocina a base de pétalos. Su sabor es exquisito acompañada de un relleno de verdura, carne o marisco. La lavanda, por su parte, es perfecta para condimentar aves y otras carnes de caza. Como alternativa a la pimienta, las flores capuchinas poseen un regusto muy similar.

Además de las mencionadas, el reino vegetal dispone de cientos de flores comestibles. Al citado repertorio se pueden añadir géneros como, las flores del azafrán, los crisantemos, los pensamientos o las caléndulas.

Algunas recetas a base de flores

Se puede hallar multitud de platos donde las flores son protagonistas: guisos de carne y pescado, ensaladas, sopas, cremas, salsas, pasteles, dulces, tartas, sorbetes, licores, etc… Todos quieren disfrutar de las características que aportan los pétalos: luz, color, frescura y aroma.

La ensalada vegetariana es una de las recetas donde más destacan las flores. Esta preparación utiliza una mezcla de caléndulas, amapolas, rosas silvestres y rúcolas, servidas bajo una vinagreta a base de zumo de limón, aceite de oliva virgen, miel y una pizca de sal. Un plato fresco, polícromo y sabroso.

La sopa de pensamientos parece más una receta de temática fantasiosa que un plato de verdad. En cualquier caso, una docena de estas espectaculares flores protagonizan un caldo a base de jamón, cebolla, puerro y huevo cocido. El preparativo final rebosará tanto originalidad como buen gusto.

Las flores también pueden acompañar al marisco. De ejemplo sirve una receta de langostinos, canónigos y violetas. Los langostinos se preparan aparte y se aliñan en última instancia con los pétalos y los canónigos.

Para los más golosos recomendamos una cazuela de chocolate con violetas escarchadas. Yemas de huevo, leche, chocolate negro, azúcar y nata montada para acompañar esta preparación floral.

Comer con precaución

Esperamos haber despertado vuestro apetito con estas recetas, pero antes de dar por finalizado el artículo, queremos hacer hincapié en que las flores, como cualquier otro producto comestible, pueden llegar a ser peligrosas. No hay que olvidar que ciertas plantas contienen algunas de las toxinas biológicas más letales del mundo. Por esta razón, antes de ingerir una flor hay que conocer de qué especie se trata y asegurarse de que no son venenosas.

Además, si se va a cocinar con flores conviene no adquirirlas en floristerías, porque suelen estar cubiertas con productos químicos para preservarlas jóvenes durante más tiempo. Las flores silvestres, igualmente, pueden contener residuos o sufrir plagas nocivas para el ser humano.

Debido a ello, se recomienda comprar flores comestibles en establecimientos especializados. Muchas tiendas vegetarianas venden estos productos, siempre bajo un sello de calidad. Cerciorarse del origen de las flores puede ahorrar más de un disgusto futuro.

En cualquier caso, esperamos que os haya gustado, y nunca mejor dicho, este artículo que ahonda en las posibilidades gastronómicas de las flores. Una característica en boga, cada vez más explotada por restaurantes y cocineros, ante la que no deberíamos ser reticentes.

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