Adornar nuestra casa con un abanico de flores es uno de los grandes aciertos de la decoración doméstica: vida, fragancia y color reunidos bajo una misma estampa. Las orquídeas forman parte de este selecto grupo de ornamentos naturales. Mantener su exuberante belleza no se antoja difícil si se siguen unos determinados consejos para tener una orquídea y no morir en el intento.

La variedad de una reina floral

Con más de 20.000 especies originales y 140.000 ejemplares híbridos, las orquídeas se posicionan en segundo lugar como la mayor familia de plantas con flores.

Pese a ser autóctonas del clima tropical, las orquídeas han ido evolucionando por el mundo a lo largo de los siglos, generando especies con necesidades particulares.

Por todo ello, el primer cuidado de una orquídea pasa por conocer detalladamente el género al que pertenece, para no desatender cualquier requisito propio que pudiera tener.

Los cuidados primordiales: luz y agua

Por regla general, las orquídeas necesitan una gran cantidad de luz natural, pero evitando la exposición directa a los rayos del sol. Es recomendable ubicar las plantas en ventanas o balcones con orientación sur, y en caso necesario, valerse de cortinas cuando la luz del día penetre directamente. Si el domicilio es especialmente oscuro, se puede colocar una lámpara fluorescente a una distancia de medio metro para que la flor obtenga la luz más indispensable.

Junto a la luz, el agua es imprescindible para la salud de las orquídeas. Hay que evitar usar agua doméstica, puesto que generalmente contiene demasiado cloro, calcio y otras sales minerales, y optar por agua blanda. Una buena opción son las botellas de agua de mineralización débil.

En cuanto a la periodicidad del riego, hay que hacer especial hincapié en ajustarse a las condiciones climatológicas, aumentando la frecuencia en verano y disminuyéndola en invierno.

El ambiente: temperatura, humedad y ventilación

Recordemos que las orquídeas provienen de climas tropicales donde el termómetro difícilmente baja de los cinco grados. Se recomienda mantener una temperatura no inferior a los nueve grados centígrados, con máximas de treinta. Las temperaturas más propicias se sitúan entre los 13 o 18 grados, dependiendo de la etapa de floración en la que se encuentre la planta.

Otra condición ambiental de importancia es la humedad y en la que hay que poner más atención debido a lo arduo que resulta controlarla. Las orquídeas suelen necesitar una atmósfera húmeda superior al 40%. Para conseguirlo se puede poner en práctica alguno de estos trucos:

• Reunir las plantas en el mismo lugar para crear un microclima propio y húmedo
• Abrir las ventanas ocasionalmente en caso de vivir cerca de la costa
• Emplear humidificadores programados para nivelar la humedad ambiental

Además de la humedad y la temperatura, es trascendental que las orquídeas se desarrollen en una atmósfera limpia y oxigenada, bien ventilada y sin gases nocivos como el tabaco o el metano procedente de alimentos putrefactos.

Otros cuidados y recomendaciones

• Regar las orquídeas por las mañanas y por el proceso de inmersión, ya que son las raíces las que deben absorber el agua
• Utilizar fertilizante de liberación lenta para fortalecer el crecimiento de la planta
• Conservar la orquídea lejos de las corrientes de aire
• Comprobar frecuentemente el tallo y las hojas de la planta para detectar posibles plagas

Siguiendo los pasos resumidos en este artículo, conseguirás que tus orquídeas crezcan frescas y hermosas, fragantes y coloridas, demostrando que el cuidado y el amor son el pilar básico para el desarrollo de la vida.

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