Para veranos cálidos, plantas azules

Cuando las temperaturas suben, no hay nada más relajante que contemplar un horizonte azul, sedante, fresco… en nuestro jardín. En verano el repertorio de flores con tonalidades azules es tan variado y amplio como inusual. Plumbagos, hortensias, agapantos son las protagonistas. No obstante, aunque los agapantos sean los protagonistas, hay una serie de plantas secundarias de lujo que aportan muchas ventajas, sobre todo en espacios pequeños.

Los colores, tienen una gran afinidad con las emociones, influye sobre nuestra energía y nuestro estado de ánimo. También ejerce su influencia en el jardín, debido a que la utilización de determinados colores, además de producir efecto estético, puede llegar a cambiar la percepción de la temperatura y del espacio. Desde el punto de vista práctico, el azul es un lujo en la naturaleza: aporta sensación de amplitud y luminosidad.

En la sombra, los tonos azules se ven mucho más intensos, por esto, las flores de esta gama son ideales para zonas menos luminosas y aumentan el atractivo del especio pequeño.

Es todo un clásico, la combinación del azul y el blanco y efectivamente, sugiere frescor y amplia de manera óptica el espacio. Al caer la tarde, las flores azules adquieren una tonalidad especial y son más visibles, junto con las blancas, que con el resto de colores, ya que en condiciones de baja luz nuestro ojo es más sensible al azul. Por esto, en nuestros rincones favoritos del jardín, la combinación de estos colores, es un acierto para disfrutar de las tardes veraniegas.

Especies de flores azules

Las especies de flores azules son muchas y muy variadas, las hay para todos los gustos y necesidades: trepadoras, tapizantes, amantes del sol o de la sombra… Muchas de estas, son perfectas para cultivar en los jardines a partir de semillas, por supuesto siempre en diseños informales y espacios bien amplios debidos a su aporte silvestre.

Es el caso de la Aguileña, Aquilegia Caeruela ; achicoria, cichorium intybus; la centáurea, Centaurea cyanus; el geranium pratense; la Nemophila eximium…. Todas estas aportan el toque campestre al jardín y comparten muchas de sus preferencias: temperaturas suaves, suelos frescos y humedad existente en el ambiente.

Muchas de estas especies son originarias de zonas de montaña, como la aguileña, o suelen crecer a cobijo de ejemplares más frondosos como la centáurea y la arañuela.

Protagonistas

Entre las especies de flor azul, existen estrellas sin par, como la hortensia (Hydrangea macrophylla), por sus increíbles inflorescencias. Necesita de tierra acida y es muy exigente con la luz, la temperatura, el agua y la humedad. La clave para que florezca generosamente es la luz, pero solo crecerá bien a pleno sol, en zonas húmedas y de calor moderado.

Las inflorescencias del agapanto (Agapanthus africanus) son umbelas de entre veinte y treinta flores de un color azul intenso, que lo convierte en otra estrella del jardín. Tiene una gran resistencia y capacidad de adaptación: vive en situaciones de semisombra y sol son que su floración se vea mínimamente resentida, puede durar todo el verano. No es especial con el suelo e incluso con el agua, aunque es un factor clave para conseguir una abundante floración.

Muy llamativa también la espuela de caballero (Delphinium elatus e hibridos), herbácea muy rustica que se comporta como perenne o anual según la zona y el clima. Por sus flores en forma de espiga y su altura: de 0,70-2 metros resulta ideal para cultivar en arriates, junto a una pared o a una valla.

Su gama de tonalidades es mu y amplia, pero destacan especialmente los lilas y azules. Perfecta para cultivar en semisombra o a pleno sol.

Tres trepadoras azules

Entre las plantas de color azul más bonitas, destacan tres trepadoras. El jazmín del cielo (Plumbago capensis o Plumbago auriculata), que puede florecer prácticamente en climas moderados durante todo el año, excepto en invierno, sin necesitar muchos cuidados. La ipomea (Ipomea indica), de flores de color índigo. Y la pasionaria de flores azules (Passiflora caeruela).

Secundarias de lujo

La gama de azules con todo tipo de matices, también es compartido por agératos, vincas, lobelias, escévolas y nomeolvides. Destacan en los meses de verano por su rendimiento extraordinario; su porte, generalmente pequeño o rastrero, las hace imprescindibles en macizos, arriates, rocallas, borduras, jardineras y macetas. El Agerato (Ageratum houstonianum) es una planta de temporada de abundantes y vistosas flores en tonos malvas y azules. Necesita de pleno sol o semisombra en zonas calurosas, mucho abono y agua. La escévola (Scaevola aemula), sin embargo, necesita de riegos moderados. Es una rastrera de rápido crecimiento, resistente a la sequía y muy útil para las zonas bajas del jardín. Sus flores se presentan en abanico de cinco pétalos.

Un toque de exotismo

Por su exotismo, destacan especies como el taginaste (Echium candicans o Echium fastuosum), es un arbusto originario de la isla de Madeira, que crece en rocosas laderas cerca del mar y en los acantilados. Sus flores están dispuestas en densas inflorescencias que pueden llegar a alcanzar 25 cm de altura con su mejor atractivo. Estos ejemplares son muy ramificados, que lucen en los jardines de maravilla, especialmente si se encuentran en grupo. También los podemos cultivar en la terraza en macetones.

Otra planta exótica, llega desde Brasil, es la Neomarica caeruela, también conocida comúnmente como falso lirio, por su parecido con los iris, tanto por sus hojas alargadas como por sus flores. Es una planta herbácea perenne rizomatosa, perfecta para zonas cálidas de suelo fértil. Otra planta Brasileña es la Tweedia caeruela, que de julio a septiembre florece produciendo pequeñas flores sobre tallos pilosos de un metro de altura.

Entre las flores azules que podemos encontrar para estanques destaca la Nymphaea caeruela, el nenúfar azul.

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