Las Plantas en Casa.
Resguardados cómodamente tras las paredes del hogar, nos protegemos de las inclemencias atmosféricas y de los rigores de la naturaleza. Sin embargo, la frialdad de los materiales de los edificios crea un ambiente artificial y despersonalizado.
Hay que embellecer el entorno, devolverle la vida, animarlo. Y, precisamente, la naturaleza de la que hemos huido será la que nutra nuestra inspiración.
Los papeles pintados de las paredes, las cortinas y los tapices del mobiliario y la ropa de baño se llenarán de motivos florales. Incluso las flores frescas penetrarán hasta el interior de nuestra casa, en calidad de huéspedes efímeros, arregladas según el código misterioso de una sensibilidad supuestamente artística, aunque a menudo artificial.
La sola presencia de una planta, bien colocada en su tiesto, orgullosa de sus botones llenos de salvia y listos para dar vida, es suficiente para que la casa adquiera un nuevo aspecto.
Testimonio de amor o de amistad, de pasión o de afecto, o bien expresión simple y espontánea de nuestros sentimientos, la planta destinada al entorno doméstico simboliza con su generosa naturaleza las mejores intenciones.
Será objeto de todas nuestras atenciones, ya que encarna a quienes la regalaron. Es digna de respeto porque está viva.
La cuidamos con solicitud porque embellece nuestra vida cotidiana.
Se trata de una amiga, una compañera; una presencia necesaria para nuestra plenitud, que equilibra nuestro comportamiento y engalana el entorno.
Debido a sus orígenes lejanos y con frecuencia misteriosos, las plantas que decoran el interior de nuestro hogar invitan a la evasión. Las más sorprendentes arrastran nuestra imaginación a viajes que nos ayudan a olvidar la banalidad de lo cotidiano y a imaginar la humedad de junglas inextricables pobladas de orquídeas y de lianas gigantes, o la inmensidad de los desiertos donde cactus y plantas crasas luchan contra la escasez de agua. Ante el lector se abre un universo de aventuras, en el que puede crear, transformar y modelar hasta los límites de su inspiración.
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